miércoles, 29 de mayo de 2013

¿Comó yo se lo que Dios ha revelado al hombre? (CCC 74-94)


Las dos Fuentes de la Revelación Divina (lo que quizó Dios revelar a los hombres) son las Sagradas Escrituras y la Tradición. La Revelación Divina es un conocimiento al cual no podemos llegar por nuestras propias fuerzas a través de la simple razón; al contrario debe ser Dios mismo quien nos la revelá. La Sagrada Escritura es la “palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espirítu Santo” (Dei Verbum 9). En otras palabras, es la Palabra de Dios escrita (la Biblia). La Tradición es la transmisión viva que ha sido transmitida de los Apostóles a sus sucesores, los Obispos. Algunas personas se refieren a esto como a la parte oral de la Palabra de Dios revelada. Sin embargo, mucho de esta transmisión oral también ha sido escrita y registrada. Para ayudar a explicar este tema un poco mejor: Cuando San Pablo fué a las diferentes ciudades, El viviá ahí por un tiempo, enseñando las verdades y el camino de la Fé Cristiana. Todo lo que El les enseño puede referirse como Tradición. Después, los Obispos consiguientes pasaron este mismo conocimiento a sus sucesores. Sin embargo, después que Pablo se fué, El escribia muy frecuentemente cartas a esas mismas comunidades, instruyendolós en los asuntos de la fé. Generalmente, estas eran cartas dirigidas a asuntos y problemas que las comunidades tenían en relación con temas de la fé, tanto en la practica como en la creencia. Después, estas cartas fueron parte de las Sagradas Escrituras (Carta a los Romanos, Carta a los Corintios, etc).

¿Quiere Dios que yo lo conozca? (CCC 50-65)


Si. El creó el mundo y nos dotó con inteligencia para que nosotros tuviéramos la capacidad de conocerlo. No solo la creación revela quién es Dios. El fué más alla. Desde el principio de la existencia humana, Dios dispusó hablar a los hombres y revelarse a si mismo. No lo hizó por una necesidad personal o por un deseo egoísta, lo hizó por una decisión enteramente libre. La creación revela su poder y su grandeza, pero Dios quería que nosotros conocieramos su amor, para nuestro propio beneficio, no para el de EL. Dios vivió entre nosotros (Jesús), para que nosotros lo conociéramos plenamente y ahora, a través del Espirítu Santo, vive en nosotros. Nosotros, al pecar, dañamos nuestra relación con Dios, pero El desde toda la eternidad ha trabajado para restaurarnos, para asi poder conocerlo, y amarlo nuevamente con completa claridad y entendimiento.

¿Es posible conocer a Dios? (CCC 27-43)


Si. San Pablo en su Carta a los Romanos nos dice muy claramente: “pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables” (Rom 1:19-20). Cuando observamos el mundo y a nosotros mismos, podemos conocer dos cosas, 1) que Dios existe y 2) podemos reconocer algunos de sus atributos divinos. Cuando observamos el mundo y la naturaleza espiritual del hombre, podemos ver claramente que debe existir un ser divino, perfecto, no creado, para haberlos traido al mundo. Estas verdades sobre Dios pueden darse a conocer solamente a través de la razón humana. Nuestra Madre, la santa Iglesia nos enseña que podemos conocer con certeza la existencia de Dios. Por medio de “pruebas,” razonables y creibles, cada hombre está obligado a reconocer la existencia de Dios y algunos de sus atributos especificos ( incambiable, no creado, puro, espíritu, infinito, etc).

Gracias infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable! (y 3)


Con la fuerza de su amor nos atrajeron hacia si,
grabando en el corazón de uno el llamado sublime al sacerdocio,
grabando en su interior el deseo de ofrecerse como victima de
consolación y reparación al Corazón Eucarístico y traspasado de Jesús.
Ese mismo amor atrae al otro corazón hacia la vida religiosa,
la hace esposa y madre, y ofrenda de amor oblativo para
sus Dos Corazones traspasados en la Cruz. 
Gracias infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable!

Gracias infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable! (2)

Nos fueron formando, guiando, moldeando
a través de espinas y rosas, cruces y glorias,
dirigiéndonos por el camino de la vida,
y preparandonos para reconocernos en el momento en que
se encontraran nuestros corazones.

Gracias infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable!

 Cosas grandes han hecho en nuestros corazones,
desde el vientre materno nos hicieron suyos.
Del abismo de nuestras miserias nos atrajeron
al reino de su amor y misericordia.

Magnificat a los Dos Corazones

 Proclaman nuestras almas la grandeza del amor de los Corazones de Jesús y María.
Se regocijan nuestros corazones por la gran obra que han hecho en nosotros.
Jesús y María nos entregaron sus corazones, para que vivamos siempre en su amor
y lo demos a conocer al mundo entero.